Fernando Vallespín escreve no El País escreve sobre Max Weber, ética e política nos dias de hoje. Relembra que a ética da responsabilidade que os dirigentes políticos tantas vezes invocam não é a única que preocupava e lhes prescrevia Weber. Há momentos que exigem mandatos morais absolutos e que a simples escolha da ética de responsabilidade sobre a dos princípios não capta. Por isso, recorda Vallespín, Weber diz que temos que ter muito cuidado com o tipo de seres humanos a quem confiamos o poder. Amanhã faz cem anos que Max Weber morreu de uma pandemia e é muito apropriado revisitá-lo. Deixo-vos aqui um extrato do artigo, mas não deixem de reservar algum tempo para ler e meditar sobre todo o texto, sobretudo aqueles que dêem importância ao papel da sociologia na ética e na política contemporâneas.
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Al padre de la sociología moderna le preocupaba mucho “el tipo especial de ser humano” al que le encomendamos el poder
Resulta casi inevitable trasladar algunas de estas reflexiones a la sociedad tecnocrática e hipertecnológica de nuestros días. A la luz de su diagnóstico, el actual resquemor hacia la ciencia, el escepticismo hacia la verdad y la objetividad de los hechos, la proliferación de teorías conspiratorias, serían nuestra forma de reacción frente a esta nueva sociedad digital. Su mejor encarnación puede que sea el populismo, con su vuelta al maniqueísmo —yo soy Dios, tú el diablo— y la priorización de la emoción sobre la cognición. Por eso nos resulta tan estimulante releer desde hoy sus textos de carácter más marcadamente político, tan pendientes por abrir un camino racional, “científico”, a ese mundo tan proclive a la irracionalidad ideológica, e introducir un orden conceptual en el todavía precario ámbito de los partidos, líderes y procesos parlamentarios, el escenario del poder. Y aquí puede que resida lo más importante, sus reflexiones sobre los atributos que deberían acompañar al liderazgo y la ética en la que este debe apoyarse. En definitiva, lo que nos encontramos en esa joya que es su conferencia sobre la política como profesión/vocación.
La distinción que ahí introduce entre ética de la convicción y ética de la responsabilidad ya es de sobra conocida, pero es difícil imaginar otra que capte mejor la naturaleza dilemática de la acción política, cómo el decisor político se ve siempre atrapado entre los mandatos de la moral y las demandas de una realidad siempre sujeta a contingencias. Su opción por la ética de la responsabilidad, la de tener siempre en cuenta las consecuencias de nuestras acciones —la otra, la de la convicción, sería una ética “extramundana”, no soporta la “irracionalidad ética del mundo”— se ha convertido ya en el paradigma en el que, en teoría al menos, se inspiran los grandes políticos. Pero hay veces, nos recuerda el profesor, en que no podemos ignorar los mandatos morales absolutos, el “aquí estoy yo, no puedo hacer otra cosa” de Lutero. Ambas éticas no están en oposición absoluta, deben intentar conjugarse, y “solo juntas hacen al auténtico hombre, a ese hombre que puede tener ‘vocación para la política’”.
En eso Weber no iba desencaminado. Lo hemos podido experimentar a la hora de tener que tomar decisiones difíciles durante la pandemia, preservar vidas y restringir derechos a cambio de reducir nuestro bienestar económico. A veces lo que son consecuencias “deseables” chocan con la aplicación de medios inaceptables. Por eso le preocupaba tanto a Weber el “tipo especial de ser humano” al que le encomendamos el ejercicio del poder, el tipo de hombre “que hay que ser para poner sus manos en los radios de la rueda de la historia”. Me temo que esto último ya lo hemos olvidado.
Ética de Weber para tiempos de pandemia - https://elpais.com/ideas/2020-06-12/etica-de-weber-para-tiempos-de-pandemia.html
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